El pelo humano adquiere varias lecturas: primero, la más directa y evidente podría ser su cualidad erótica. El pelo funda continentes dentro del cuerpo mismo. Es zona de refugio, cobijo, placer o pudor. Además tiene otras implicaciones tales como ser una especie de despojo o prolongación del cuerpo. Sin embargo, tiene un proceso de degradación mucho más lento que el resto del cuerpo, así lo relaciono -en su longitud- con la idea del tiempo transcurrido en la existencia de una persona o animal y en su capacidad de sobrevivir al cuerpo mismo -por su conservación y crecimiento autónomo- como algo a la vez propio y ajeno. De aquí, aunque de manera indirecta, lo asocio con las ideas y el pensamiento. Construcción mental colectiva pero íntima y personal…
El pelo como prolongación del pensamiento.
El pelo tiene implicaciones de identidad, de esencia. No en balde los guerreros, ¿navajos o cherokees? al arrancar la cabellera de sus víctimas creían hacerse poseedores de su espíritu, obligándolos a ser sus esclavos en el más allá.
Se introduce el tema del pelo y la piel como elementos subliminales de la sexualidad en la lógica del mercado, más explotada tradicionalmente en la mujer, de la persuasión e incitación al consumo.
Texto de Gabriela Gutiérrez
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario